Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales. Lucas 2:13
1-Ro. 5:1-2,10
2-Ja. 1:14
3-Mal. 4:2
4-Fil. 2:7; He. 2:14-15
Los heraldos celestiales
cantan con sonora voz:
¡Gloria al rey recién nacido
que del cielo descendió!
paz, misericordia plena,
franca reconciliación,
entre Dios, tan agraviado,
y el mortal que le ofendió.
La divinidad sublime
en lo humano se veló;
ved a Dios morando en carne,
y adorad al hombre Dios.
Emanuel, Dios con nosotros,
a la tierra descendió;
y hecho hombre con los hombres
tiene ya su habitación.
Salve, príncipe glorioso
de la paz y del perdón;
salve a ti que, de justicia
eres el divino sol.
Luz y vida resplandecen
a tu grata aparición,
y en tus blancas alas traes
salvación al pecador.
Nace manso, despojado
de su gloria y esplendor,
porque no muramos todos
en fatal condenación.
Nace, sí, para que el hombre
tenga en él resurrección,
nace para que renazca
a la vida el pecador.
LETRA: Charles Wesley, trad. Pedro Castro
MUSICA: J. H. Willcox