El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido. Mt. 13.44
1- Nm. 35.11-12
2- Is. 60.19
3- Jer. 15.20
4- Cnt. 3.3
Tesoro incomparable,
Jesús, amigo fiel;
refugio del que huye
del adversario cruel.
Sujeta compasivo
a ti mi corazón,
ya que, para salvarme,
sufriste la pasión.
Dirige a mí tu rostro,
Jesús, lleno de amor,
sol puro de justicia,
dulce Consolador.
Sin tu influencia santa,
la vida es un morir;
gozar de tu presencia,
esto sólo es vivir.
Jesús, riqueza mía,
mi amante Salvador,
eres en mis flaquezas
mi fuerte protector.
Jamás el enemigo
podrá turbar mi paz;
por más que lo intentare,
no lo permitirás.
Al mundo de falacias
no pertenezco ya;
el cielo es mi morada,
allí mi amado está.
A donde Cristo habita
con ansia quiero ir;
en sempiterno gozo
con él quiero vivir.
LETRA: Fuster
MÚSICA: Chretien Urhan y E. R. Rimbault