Bendito sea Jehová, que no nos dio por presa a ellos. Sal. 124.6
1- Sal. 124.6-7
2- Hab. 2.4
3- Lc. 17.5
¡Señor, bendito seas,
bendito veces mil!
Porque si artero el mundo,
su red nos arma hostil,
en nuestro pecho enciendes
la llama de la fe,
y mundo y red podemos
hollar con nuestro pie.
La fe que al hombre anima,
tu más precioso don,
es luz en las tinieblas,
alivio en la aflicción;
amparo al desvalido,
al náufrago salud,
tesoro de alegrías,
cimiento a la verdad.
Por eso yo te adoro,
por eso creo en ti,
de quien dádiva tanta
sin precio recibí;
confirma y acrecienta,
Señor, mi humilde fe,
y cual soy tuyo ahora,
por siempre lo seré.
LETRA: Ernst Moritz Arndt, trad. Juan B. Cabrera
MÚSICA: W. A. Mozart