Acá abajo los brazos eternos. Dt. 33.27
1- 1 Jn. 1.3
2- Cnt. 3.4
3- Sal. 61.4
C- Is. 58.6
Dulce comunión
la que gozo ya
en los brazos de mi Salvador,
¡Qué gran bendición
en su paz me da!
¡Oh! yo siento en mí
su tierno amor.
Libre, salvo
(libre de penas, salvo de dudas)
de cuidados y temor;
libre, salvo
(libre de penas, salvo de dudas)
en los brazos de mi Salvador.
¡Cuán dulce es vivir,
cuán dulce es gozar!
En los brazos de mi Salvador;
quiero allí vivir,
siempre allí morar,
siendo objeto
de su tierno amor.
Nunca temeré,
ni desconfiaré
en los brazos de mi Salvador;
muy seguro allí
siempre yo estaré
de los lazos
del engañador.
LETRA: Elisha A. Hoffman, trad. Pedro Grado
MÚSICA: Anthony J. Showalter, 1887