Entraremos en tu tabernáculo; nos postraremos ante el estrado de sus pies. Sal. 132.7
1- Is. 26.4
2- Sal. 32.5
3- Lc. 7.44-47
4- Is. 63.7
C- Jn. 20.28
Salvador, a ti me rindo,
y obedezco sólo a ti;
mi guiador, mi fortaleza,
todo encuentra mi alma en ti.
Yo me rindo a ti,
yo me rindo a ti,
mis flaquezas y pecados,
todo traigo a ti.
Te confiesa sus delitos
mi contrito corazón,
oye, oh Cristo, mi plegaria,
quiero en ti tener perdón.
A tus pies yo deposito
mi riqueza, mi placer;
que tu Espíritu me llene
y de ti sienta poder.
Tu bondad será la historia
que predique por doquier,
y tu amor inagotable
será siempre mi querer.
LETRA: Judson E. van de Venter, trad. A. R. Salas
MÚSICA: Windfield S. Weeden