Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Mt. 5.8
1- Sal. 1.1
2- Sal. 1.2-3
3- Sal. 1.4
4- Sal. 1.5-6
Dicha grande es la del hombre
cuyas sendas rectas son;
lejos de los pecadores,
lejos de la tentación.
A los malos consejeros
deja, porque teme el mal;
huye de la burla de la
gente impía e inmoral.
Antes, en la ley divina
cifra su mayor placer,
meditando día y noche
en su divinal saber.
Éste, como el árbol verde,
bien regado y en sazón,
frutos abundantes rinde
y hojas que perennes son.
Cuanto emprende es prosperado,
duradero le es el bien;
muy diversos resultados
sacan los que nada creen;
pues los lanza como el tamo
que el ciclón arrebató,
de pasiones remolino,
que a millones destruyó.
En el juicio ningún malo,
por lo tanto, se alzará;
entre justos, congregados,
insensatos nunca habrá.
Porque Dios, la vía mira
por la cual los suyos van;
otra es la de los impíos:
al infierno bajarán.
LETRA: Thomas M. Westrup
MÚSICA: Johann Zundel, 1870